Espectáculos

Un 2014 con muchas pérdidas de enorme dimensión en el mundo del espectáculo

Un 2014 con muchas pérdidas de enorme dimensión en el mundo del espectáculo 29.12.2014 | Artistas que dejarán huella como Gustavo Cerati, Alfredo Alcón, Raúl Carnota, Paco de Lucía y Horacio Ferrer, y figuras entrañables como China Zorrilla y Roberto Gómez Bolaños, son algunos de los grandes artistas que este año dejaron un notable vacío en la escena del espectáculo.

Por orden de ausencia, el primero de ellos en marcharse fue el flamenco Paco de Lucía, quien murió el 26 de febrero, a los 66 años, mientras vacacionaba con su familia en México. El guitarrista, de nombre Francisco Sánchez Gómez, fue capaz de sostener la esencia más significativa del género, reunir las distintas peculiaridades y entonaciones que aparecieron en creadores dispersos y con eso inventar un modo propio que nunca pierde contacto con la raíz más genuina y al mismo tiempo establece nuevos estándares para el género, dándole una entidad universal que no lo separa pero sí lo eleva del ghetto.

De Lucía salva al flamenco de sus peores vicios, de las adiposidades repetitivas y de algunas versiones “alimonadas” muy a la época y al gusto del mercado internacional, para volver a la esencia más pura y radical, aunque lo suyo nunca es un regreso sino un paso hacia adelante, porque él ya estableció una nueva altura, que es mojón.

El 11 de abril, a 40 días de haber cumplido 84 años y ya postrado a causa de un cáncer, partió Alcón, el gran actor clásico nacional, ése que podía desempeñarse como nadie con los versos de Federico García Lorca y en los textos de William Shakespeare o Samuel Beckett. Nacido en 1930 en el barrio de Liniers y crecido en la localidad de Ciudadela, contó con una enorme apostura física y una presencia escénica notable, lo que le permitió una gran maleabilidad en sus papeles, fue una de las figuras elegidas por Leopoldo Torre Nilsson en el cine y uno de los primeros argentinos en triunfar en España.

Alcón tuvo varios privilegios: la eufonía de su nombre, un rostro y un cuerpo privilegiados que le permitieron parecer siempre varias décadas menor, una voz característica que bien podía hablar en porteño o en madrileño con la misma versatilidad y una bonhomía que le permitió no subirse nunca al caballo, aun sabiendo quién era.

Septiembre fue un mes negro para las artes rioplatenses, ya que ese mes se produjeron las despedidas de Cerati (el 4), Zorrilla (el 17) y Carnota (el 27). Quien fuera líder de Soda Stereo y una de los más personales e inspiradas voces del rock argentino de impacto iberoamericano, murió a los 55 años, luego de haber permanecido en coma por más de cuatro años, desde que sufriera un accidente cerebro vascular isquémico en mayo de 2010 en Caracas, Venezuela.

El autor, guitarrista y cantante construyó una carrera que trajo a la música argentina nuevos modos sonoros, generando desde Soda Stereo a comienzos de los 80 y luego en su carrera solista un pop rock de alta exposición, que expresó una nueva estética, más cercana a las formas y las elipsis.  En el pulso de sus canciones, que marcaron a gran parte de la sociedad argentina tras la dictadura cívico-militar, se explica la multitudinaria despedida que mereció en la Legislatura porteña y por último en el Cementerio de la Chacarita.

Zorrilla, había nacido en Montevideo en 1922, hija de una familia patricia -su padre fue autor de algunas estatuas en Buenos Aires y muchísimas en la capital uruguaya, su abuelo escribió el poema “Tabaré”- y fue durante muchos años primera figura de la Comedia Nacional de su país. Viajó por todo el mundo, escribió deliciosas crónicas de viaje, en Estados Unidos tuvo un larvado romance con el comediante Danny Kaye y tras regresar al Río de la Plata cruzó el charco en 1971 para filmar “Un guapo del 900” bajo las órdenes de Lautaro Murúa y se quedó en Buenos Aires para transformarse en una figura esencial en los escenarios y ante las cámaras. 

Esa radicación se debió, además, por la interdicción establecida contra ella -también directora y productora teatral- por la dictadura establecida en su país en 1973, que la acusaba de haber colaborado con algunos militantes a los que urgía traspasar la frontera.  En tanto, Carnota, se fue el 27, a los 66 años, tras pelearle a un cáncer, pero dejando un sendero que despejó desde sus diversas facetas como bombisto, cantante y guitarrista.

Nacido en el barrio porteño de Almagro y criado en Mar del Plata, fue un promotor de la música folclórica ya que la asumió con genial originalidad y, por ello, se encargó de subrayar sus posibilidades expresivas.
Lejos de la masividad y de la sumisión al aplauso fácil, pero con un camino consecuente y creativo que lo ungió en un temprano referente para oídos jóvenes y curiosos, el creador dejó una obra (plasmada desde 1982 en unos 15 álbumes) que es documento esencial de la música de esta parte del mundo.

Por último, Gómez Bolaños falleció en su México natal a los 85 años, país desde el que imaginó una galería de personajes como El Chavo del 8, El Chapulín Colorado y el Doctor Chapatín, que gracias a la televisión gozaron de enorme popularidad regional. Las desventuras de El Chavo duraron ininterrumpidamente 25 años, hasta 1996 cuando Chespirito transitaba los 66 de edad, pero sobrevive en sus constantes y todavía rendidoras repeticiones.

Y en el último domingo de 2014 también se fue el poeta Horacio Ferrer. A los 81 años el fundador de la Academia Nacional del Tango se marchó dejando una estela tan lírica como documentada acerca de las tradiciones y las proyecciones de la música del Río de la Plata. Unas 40 obras compartidas con el músico Ástor Piazzolla (entre ellas las muy populares “Chiquilín de Bachín” y “Balada para un loco”) quedan como testimonio de un tango que se resistió a morir después de sus años dorados a mediados del siglo pasado. 

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